domingo, 11 de marzo de 2018

El ¿escándalo? de Oxfam Intermón

Collage de Señora Milton

 ¿Qué es lo que nos perturba de que hombres cooperantes en Haití contratasen a prostitutas? Esa pregunta nos invita a debatir con más tranquilidad y complejidad sobre la prostitución como privilegio masculino.

 
Éste es un artículo difícil de escribir y que he dudado hasta el final en publicar. Hay asuntos sobre los que todavía no somos capaces de debatir con serenidad. Este es uno de ellos. Lo mencioné el otro día en uno de mis cursos y pude así discutirlo con las estudiantes, que me ayudan muchas veces a enfocar las cosas y que me ofrecen siempre perspectivas nuevas e interesantes.


 Lo que estuvimos debatiendo es el escándalo sexual en Oxfam Intermón y la subsiguiente retahíla de escándalos en otras ONG que, por otra parte, no son nuevos y son de hace tiempo conocidos. ¿Qué sentimos como feministas ante el comportamiento de los cooperantes de Oxfam, que parece que es habitual en otras organizaciones? Pues, aparentemente, parece que ha habido unanimidad en la condena, así como también en que no hablamos de manzanas podridas, sino de que el machismo está profundamente arraigado en los miembros masculinos de dichas organizaciones.


Y es aquí donde quiero abrir el debate. He leído con mucha atención lo que pasaba en Haití y no es fácil tenerlo absolutamente claro porque las informaciones no lo clarifican. “Escándalo, abusos sexuales, orgías”… no permiten hacerse una exacta composición de lugar. Pero por lo que he podido entender, y al menos en Haití, las mujeres no fueron violadas y no eran menores: eran prostitutas.


Y es por aquí donde en mi clase surgió el debate: ¿No tienen derecho las haitianas a ser prostitutas? 


¿Son los cooperantes más machistas que los demás hombres o, simplemente, son los mismos hombres haciendo lo mismo aquí que allí? ¿Qué es lo que nos parece mal? ¿Qué los hombres hagan en países en los que ha habido un terremoto lo mismo que hacen aquí o en otros países igualmente pobres pero sin catástrofe por medio?


 ¿O es el hecho de que sean cooperantes, que se supone que van a ayudar? ¿No se puede ayudar y ser putero? ¿Qué aristas del eterno debate sobre la prostitución quedan al descubierto con estas preguntas?


Lo que estos hombres hicieron en Haití, libres seguramente de los condicionamientos que todas y todos tenemos cuando estamos inmersos en la vida cotidiana (familia, amigos, trabajo etc.) fue lo que hacen millones de hombres en todo el mundo: contratar putas.


 Y a un sector del feminismo eso no le parece mal; y es ese sector el que opina que no hay que estigmatizar al cliente (recordemos las reacciones al video de Towanda Rebels) ¿Por qué entonces hay que estigmatizar a estos puteros en concreto? ¿En qué se diferencian de los ejecutivos, obreros, médicos… que van a trabajar a un país pobre (o aquí mismo) y contratan putas en sus ratos libres después de un duro día de trabajo solidario o simplemente remunerado?


De acuerdo con los argumentos que suelen usar quienes no encuentran nada malo en estos comportamientos, estas mujeres hicieron una elección racional dada la situación en la que estaban, con el dinero ganado alimentaron a sus hijos e hijas, arreglaron sus casas, compraron ropa o pudieron pagar un médico para un pariente.


 Ellas tuvieron esa opción y la aprovecharon. En cierto sentido, quién sabe, fueron unas privilegiadas que pudieron ganar un dinero que otras no pudieron, aunque lo necesitaban de la misma manera.


De hecho, no sabemos si estas mujeres eran prostitutas ya antes del terremoto, ¿qué nos hace pensar que no es así? ¿Hemos hablado con ellas? En todo caso, lo que es muy posible es que no fueran especialmente mal tratadas: seguramente los cooperantes tuvieron en no golpearlas ni matarlas, un cuidado que no tienen muchos puteros en el mundo.


 Entonces, lo que nos parece mal, lo que nos parece machista… ¿es que dichas mujeres eran especialmente vulnerables? ¿Nuestra opinión sobre el uso de mujeres por parte de los hombres en la prostitución depende únicamente de la vulnerabilidad de éstas? Porque la vulnerabilidad de las mujeres es una característica de la prostitución.


En España hay mujeres en prostitución venidas de zonas de conflicto, refugiadas que han pagado con múltiples violaciones (aunque en muchos casos también “consentidas”) su llegada aquí; hay mujeres llegadas de zonas de hambruna y, en todo caso, todas ellas necesitan ese dinero. ¿Por qué aquí no parece machista contratarlas?


¿Qué hace diferente contratar una prostituta en Haití o en Camboya? ¿Qué haya habido un terremoto? ¿El uso de la prostitución nos parece mal después de una catástrofe pero no si no hay catástrofe? ¿Después de una guerra sí, pero sin guerra no? ¿Y si es una crisis económica? ¿Y si es un país estructuralmente pobre? Entonces, los consumidores que viajan a las zonas más pobres del planeta en lo que se llama turismo sexual, ¿nos parecen bien o mal?


Para que el uso prostitucional de las mujeres nos parezca no machista, ¿tiene que ejercerse en situaciones en las que exista un mínimo bienestar? ¿Hacemos un examen de vulnerabilidad a las mujeres antes de juzgar si el acto en sí es o no es machista? Quizá tiene que ver con que nos parece que los cooperantes no deberían ser machistas y deberían ser hombres igualitarios con un cierto estándar ético superior a los demás hombres. 


Entonces, ¿estamos asumiendo que los hombres que usan de la prostitución son machistas? ¿Qué hay algo que no es ético en su uso? ¿Qué hay algo intrínsecamente machista en el uso de la prostitución? Y si esto es así… ¿por qué razón no deberíamos las feministas señalarlo?


Ya sé que hay más aristas, como que podrían ser –algunas de ellas- menores (aunque parece que en el caso de Haití no lo eran). Estaríamos olvidando en ese caso que los hombres viajan a países pobres, cada vez en mayor número, buscando, precisamente niñas y chicas menores; y estaríamos olvidando que aquí mismo hay muchas menores en prostitución, cada vez más, como han denunciado reiteradamente las organizaciones que trabajan sobre el terreno, y eso no nos escandaliza y tampoco nos hace señalar a los puteros (vuelvo a recordar el video de Towanda).


En definitiva, más bien parece que los cooperantes de Haití eran hombres normales y corrientes, puteros como millones, que hicieron allí lo que hacen en sus países. Y parece también que las mujeres de allí y las que son prostitutas en otros lugares también son parecidas, pobres, vulnerables y con las opciones que el patriarcado deja a las mujeres pobres: la prostitución sobre todas ellas.


 ¿Qué es exactamente lo que nos perturba entonces de este caso? ¿Es la prostitución, son los cooperantes, es que eran muy pobres, es que hubo un terremoto?


Creo que la única diferencia es que en este caso se ve muy claro lo que es verdaderamente la prostitución, lo que es siempre, pero lo que a menudo nos cuesta ver porque se nos presenta escondida detrás de múltiples pantallas saturadas de argumentos publicitarios; en este caso se ve de una manera sangrante la diferencia de poder que es consustancial a dicha institución, la diferencia de estatus, el racismo implícito, y sobre todo, el machismo que es indisociable de la transacción.


 Independientemente de la manera en que cada una de nosotras opine acerca de cuál es la manera adecuada para cambiar este estado de cosas, independientemente de que se la vea como un mal absoluto o un mal menor transitorio… ¿tenemos algo que ganar como feministas en la defensa o en la naturalización de este privilegio masculino?


 ¿Ayuda o perjudica al feminismo y a la igualdad que todos los hombres del mundo, independientemente de su raza, origen, nivel económico o estatus, sepan desde el momento en que adquieren conciencia de sí, que ser hombre implica el derecho a acceder por precio al cuerpo de mujeres? ¿Es feminista o ayuda a la igualdad no combatir esa realidad, esa idea?


 ¿Seguimos sin cuestionar ese privilegio masculino? ¿Podemos señalar a los que hacen uso del mismo, o no podemos? ¿Dejamos de una vez de pensar en términos de prácticas individuales y comenzamos a pensar en estructuras sociales, en instituciones… como, por cierto, somos capaces de hacer con cualquier otra institución patriarcal excepto con ésta?


 Esas son cosas que creo que tenemos que debatir con más tranquilidad de la que empleamos normalmente. Y son cosas que tenemos que pensar, cada una de nosotras, despojándonos de prejuicios e ideas construidas o mal construidas; que hay muchos intereses detrás, intereses económicos e intereses de género.


 



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